sábado, 22 de agosto de 2009

SUICIDAS CONSUMADOS

SUICIDAS CONSUMADOS


Habemos gente que, cuando las cosas vienen mal dadas y no puedemos soportar más el estrés y el dolor causado por una situación traumática, nos consolamos imaginándose que estáamos muertos. La fantasía puede empezar con la imagen de la propia familia y amigos, alrededor de la tumba, llorando desconsoladamente y lamentándose. La multitud de gente que acude al funeral es una buena prueba de cuánto nos querían y admiraban. El precio ha sido alto: la propia vida; pero por fin pueden comprender lo mal que nos ha tratado este mundo, por fin nos toman en serio y se dan cuenta de que nuestra tremenda pena era real y no simulada. Esta fantasía puede presentarse en otra variante: que hemos fingido suicidarnos y nuestros seres queridos están en el hospital, alrededor de la cama, y por fin se enteran de lo insoportable que nos resultaba la pena de vivir.


Si uno se acostumbra a fantasear sobre la propia muerte, como mecanismo de escapatoria ante la pena de vivir, la fantasía puede llegar a adquirir el carácter de respuesta condicionada en períodos de crisis o de un mayor estrés. La muerte puede convertirse en un pensamiento reconfortante, hasta tal punto que el temor a la vida llegue a parecernos más horrible que el temor a la muerte.




ACABEMOS DE UNA VEZ!


Llegó en fin a este presidio
inserta en El Semanario
la contienda del suicidio.
Para matar el fastidio,
por no decir otra cosa,
saco mi Musa quejosa
de vivir arrinconada,
cómo quién saca su espada
para ver si está roñosa.

Muchos siglos van corridos
desde que hay suicidas
amantes menospreciados
y jugadores perdidos
Tantos sabios distinguidos
han tratado del esplín
y del suicidio, que al fin
disputar está demás.

Sobre si es nefas o fas
(que yo también sé Latín)
Tengo por mal argumento
para quitar la vida
el citar algún suicida
de valor o de talento.

El alacrán se suicida
cuando lo cercan de fuego:
se suicida el topo ciego
de un golpe o una caída.
También se quita la vida
la mariposa en la llama;
buscando lo que más ama
se mata el hombre enviciado,
y con un corsé apretado
suele matarse una dama.

Si el matarse es cobardía
o si es acto de valor
es cuestión que con furor
se discute cada día.
Si es prudencia o tontería
es lo que decir no puedo;
pero afirmo con denuedo,
ya que de afirmar se trata,
que es cobarde el que se mata
cuando se mata por miedo.